martes, 8 de noviembre de 2011

Diciembre rojo

            Ya estaba teniendo otra contracción, estaba a punto de nacer el niño y su padre no había venido.
            -En que maldito momento se me ocurriría pedirle fresas en pleno diciembre… si no es la época- pensaba Natalia mientras intentaba contener a la personilla que quería salir de allí dentro porque mientras él no llegara no tenía intenciones de tenerlo.
            El despistado de su marido se había ido de casa sin el móvil y ella no tenia manera de avisarle de que como no llegara pronto, odiaría las fresas para el resto de su vida.
De repente el molesto teléfono comenzó a sonar. Arrastrándose por encima del sofá Natalia consiguió llegar a él.
            - ¡Héctor! ¡Héctor! ¿Dónde narices estás?
            - Lo siento cariño, pero no he encontrado las…
            - ¡Cállate! Tu hijo está a punto de nacer asique vuelve inmediatamente a casa, no creo que aguante mucho.
Héctor, asimilando rápidamente la información, salió corriendo de la cabina dejando el teléfono descolgado y se metió en el coche.
            Aunque había bastante tráfico consiguió llegar a casa en un tiempo récord. Sacó a su mujer en brazos lo cual en esos momentos era bastante difícil y la metió cuidadosamente en el coche.
            El hospital no estaba lejos, pero lo más difícil estaba aún por llegar. Héctor conducía a la vez que miraba la cara de sufrimiento de su mujer y, aunque nunca sabría lo que es el dolor de un parto, podía compararlo a la sensación de una patada en cierto sitio.

            El parto no fue fácil pero finalmente salió bien, aun así Natalia notaba que algo no iba bien cuando la llevaron a la habitación y al bebé al nido, no era algo físico sino una sensación de que algo iba a ocurrir.
De repente una enfermera entró en la habitación con una cara que no auguraba buenas noticias; aunque Natalia ya se olía algo malo le daba miedo escuchar lo que venía a decirle.
            - Perdone señora, siento decirle que hemos tenido un problema en el nido de bebes y se han caído varias pulseras identificadoras y no sabemos quién puede ser su hijo.
            -¡Llévenme a la sala, una madre sabe reconocer a su hijo!- ordenó Natalia.
            -Lo siento señora, está prohibida la entrada de personal ajeno al hospital.
            -¿Me está diciendo que tienen a bebés sin identificar y no me van a dejar entrar en la sala?
            - Lo siento son órdenes de…
            -¡Llévela ahora mismo a la sala si no quiere que haya una denuncia que pueda hundir el hospital!- amenazó Héctor.
            -Sí señor.
Natalia entró en el nido, eran siete los recién nacidos desconocidos, pero algo llamó la atención de la chica en uno de ellos, una mancha en forma de fresa en la rodilla del más pequeño.
Parecía que al fin y al cabo las fresa si podían nacer en Diciembre.

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