domingo, 13 de febrero de 2011

El sueño

-Uno, dos, tres, cuatro…mierda. Uno, dos, tres, cuatro, giro a la derecha, cinco, seis, aquí, aquí tienes que ser.
Tenía más de medio campo ya escavado, sabía que los pasos eran esos uno, dos, tres, cuatro hacia adelante, giro a la derecha cinco y seis, pero no tenía ni idea desde donde tenía que comenzar. Iban como el caballo del ajedrez solo que a ciegas.  Estaba convencida de que lo encontraría pero cuanto más cavaba y mas tierra iba sacando empezaba a darse cuenta de que podía ser una estupidez.

Ya era casi de noche asique decidió posponerlo un día más. Recogió la pala y su sudadera del suelo y lo dejo todo en el cobertizo.
 Desde su habitación se veía el campo con cada agujero que había hecho y parecían una cara siniestra que se reía de ella por los cuatro días que llevaba perdidos allí abajo.
Cayó desplomada en la cama de cansancio esperando esa noche dormir tranquila. Pero no fue así, otra vez la invadió ese sueño y esa voz que decía:
-Uno, dos tres y cuatro hacia adelante, giro a la derecha cinco y seis.
Y luego se acababa y todo se volvía blanco.

Se despertó alterada igual que las cuatro noches anteriores, empezaba a cree que se estaba volviendo loca, pero aun así a la mañana siguiente volvió allí abajo.
Necesitaba concentrarse y pensar en el sueño a ver si algo de lo que no se hubiera percatado antes le revelaba alguna pista pero nada, así que continuó.
-Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Nada. Uno, dos, tres, cuatro, derecha, cinco, seis. Nada…

Estaba cansada asique entro en casa para poder beber un poco de agua y volvió a mirar desde la ventana. Era extraño pero si le echaba un poco de imaginación podía ver que los agujeros se habían convertido en una especie de flecha que apuntaba a un lugar concreto. Salió corriendo, pala en mano convencida de que aquello era la pista que le faltaba. Llego a la punta de la flecha y empezó:
-Uno, dos, tres, cuatro hacia delante, giro a la derecha cinco y seis.
Comenzó a cavar, al principio solo había tierra como era de esperar hasta que de pronto toco algo. Era una cajita de madera que perfectamente podía a ver pasado inadvertida.
La abrió emocionada y encontró un diminuto papel que ponía:

Que pena que no se puedan elegir los sueños.
 El único sueño que he podido elegir hasta el momento has sido tú.”

miércoles, 2 de febrero de 2011

…pero ¿qué es un hobbit?

Supongo que los hobbits necesitan hoy que se los describa de algún modo, ya que se volvieron bastante raros y tímidos con la Gente  Grande, como nos llaman a nosotros.
Son (o fueron) gente menuda de la mitad de nuestra talla, y más pequeños que los enanos barbados. Los hobbits no tienen barba. Hay poca o ninguna magia en ellos, excepto esa común y cotidiana que los ayuda a desaparecer en silencio y rápidamente, cuando gente grande y estúpida o como vosotros o yo se acerca sin mirar por dónde va, con un ruido de elefantes que puede oírse a una milla de distancia. Tienden a ser gruesos de vientre; visten de colores brillantes (sobretodo verde y amarillo), no usan zapatos, porque en los pies tienen suelas naturales de piel y un pelo espeso y tibio de color castaño, como el que les crece en las cabezas (que es rizado); los dedos son largos, mañosos y morenos, los rostros afables, y se ríen con profundas y jugosas risas (especialmente después de cenar, lo que hacen dos veces al día, cuando pueden).

J.R.R. Tolkien, El Hobbit